La Yihad Butleriana: Leyendas de Dune
Como no solo de cine vive el hombre, hoy hablaremos de literatura de ciencia ficción, más concretamente de la del universo de Dune y sus casas, pues con la puesta de moda de nuevo del Universo Dune gracias a la película de Denis Villeneuve (Dune, 2021), el caso es que me dio por explorar el origen de este universo tan veterano, con la serie de novelas de Leyendas de Dune, trilogía que da inicio a la historia de su universo a partir como mucho de notas dispersas dejadas por el ya difunto Frank Herbert, creador de los mundos de Dune.
Hará ya precisamente unos treinta años que leí por primera vez Dune, el primer libro que se escribió y obra maestra de Frank Herbert. Por aquel entonces no sabía nada de su universo más allá de la infumable película de David Lynch (Dune, 1984), si bien en su defensa debe añadirse que la producción fue un despropósito por múltiples problemas que darían para una publicación aparte. Para quien poco sepa de su universo, puede decirse que Dune es algo así como un cruce entre las casas de Juego de Tronos en un contexto extraterrestre con el salseo que ello conlleva y un grupo de ecoterroristas perroflautas llamado los Fremen que esperan a su Mesías y que lo único que querrían sería proteger los tesoros de su planeta Arrakis (Dune) de los expolios de los malvados Harkonnen, que explotan la especia Melange, un singular compuesto único en el universo alrededor del cual giraba todo lo que unía a su ficticio imperio galáctico: la presciencia, los viajes estelares, la prolongación de la juventud… un caro y adictivo producto.
Claro que había también muchos más actores extraños y con
sus propios intereses secretos e inenarrables: las maquinaciones de las Bene
Gesserit, con su obsesión con los linajes genéticos y el advenimiento del Kwisatz
Haderach, la Cofradía Espacial y sus cruceros capaces de plegar el espacio para
cruzar en sus viajes estelares grandes distancias en segundos, o la CHOAM, la
federación de comercio esa de la que no hay Dios que entienda exactamente como
funciona… solo por citar algunos ejemplos, siempre con permiso desu majestad Shaddam IV Padishah,
emperador del universo conocido.
Justamente, los orígenes de todas estas misteriosas
hermandades y las antiguas y legendarias casas de Dune (el Landsraad) son los que se narran a
través de los acontecimientos descritos en la Yihad Butleriana, la trilogía de
novelas de Leyendas de Dune que dan pie a algo menos de dos mil páginas
escritas a partir de las notas de Frank Herbert por su hijo Brian y Kevin J.
Anderson, otro experimentado autor de ciencia ficción al que ya conocía gracias
a sus incursiones en los mundos del Universo Expandido de Star Wars.
La Yihad Butleriana no es más que la épica historia de la
supervivencia de los restos libres de la humanidad contra las Máquinas Pensantes,
representadas en primera instancia por la entidad Omnius, una inteligencia artificial
que en la antigüedad cobró consciencia de si misma expandiéndose por todos los
planetas de los hombres y esclavizándolos bajo su dominio tras que Los Titanes,
unos series medio máquina medio hombres llamados cimek (antiguos humanos
tecnificados los cuales solo conservan sus cerebros en contenedores de
preservación), hubieran derribado el Imperio Antiguo en su decadente sopor.
Antes del surgimiento de las grandes casas, los planetas libres bajo el mando de la Liga de Nobles, precursora del Landsraad, subsisten en base a un precario equilibrio con las máquinas tras más de 10.000 años de dominio de la inteligencia artificial en sus dominios, antiguos bastiones humanos conocidos ahora como los Planetas Sincronizados. La historia de Leyendas de Dune, que no aún la Yihad, comienza precisamente cuando Los Titanes, sometidos incluso ellos a la voluntad de Omnius, atacan el planeta capital de la humanidad libre, Salusa Secundus, en la defensa del cual leemos mención por primera vez a uno de los primeros héroes de la antigüedad: Xavier Harkonnen… como posteriormente descubriremos a Vorian, el fundador de la casa Atreides, hijo del líder de Los Titanes, Agamenón.
¿Pero qué es entonces la Yihad Butleriana y de quien toma su nombre? La familia Butler, o más concretamente Manion Butler, se nos presenta como el líder de la Liga de Nobles de la humanidad libre. Serena (Butler), su hija, la que da en realidad nombre a la Yihad, es una joven apasionada que busca unir los esfuerzos de la humanidad en la lucha contra las máquinas pensantes. En un irreflexivo acto de sacrificio para liberar el planeta Giedi Prime del dominio de las máquinas cae prisionera de estas y es llevada a la Vieja Tierra, donde es esclavizada por el robot independiente Erasmo, quien la toma por una especie de mascota con la que comprender mejor el razonamiento humano.
“Los Butler no servimos a nadie.”
Lema de la Casa Butler
Para no destripar el primero de los volúmenes que componen
Leyendas de Dune y que precisamente lleva por titulo “La Yihad Butleriana”,
solo añadiré que Serena pasa a ser algo así como una futurista Virgen Maria que
da a luz la llama por la que la humanidad declara una guerra santa (Yihad)
contra las máquinas pensantes en la que no cesará hasta la destrucción de
Omnius, con gran destrucción, variados holocaustos y vicisitudes alucinantes
por el camino que documentan acontecimientos como el descubrimiento de la
especia Melange, la fundación de las escuelas de la mente humanas de las
hermanas Bene Gesserit o los orígenes de la Cofradía Espacial.
Ciertamente, pese a la magnitud de su prosa con las
prácticamente dos mil páginas mencionadas y pese a que el inicio puede resultar
algo extraño si lo que se espera es una continuación de la historia de las
aventuras de Muad’dib, la trilogía despliega una fauna de alucinantes personajes
tanto por el lado humano como por el de las máquinas (creo que de todos ellos
mi favorito ha sido Erasmo…) que hacen que su lectura se torne tan adictiva
como el de la especia Melange.
Por si no fuera poco, una vez acabado el ciclo de Leyendas
de Dune me he puesto con la trilogía de Preludio a Dune, el prefacio a los
hechos acaecidos en el libro original de Frank Herbert, en donde la casa
Harkonnen gobierna aún en Arrakis y Leto Atreides no tiene aún más de catorce
años… ya os contaremos en La Retrovisión si estos (escritos de hecho incluso
antes) mantienen el nivel de la gloriosa Yihad Butleriana.
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