Munich, En vísperas de una guerra I spy with my little eye
Si bien aquí compite mi interés personal en el conocimiento de los hechos históricos más relevantes del siglo XX, en especial todo lo referido a las guerras mundiales, con lo que pueda encontrar relevante, interesante y memorable en una película como lo que busco como cinéfilo, se me añade una tercera variable que como poco me parece curiosa en su coincidencia espacio temporal con los sucesos que están acaeciendo entre Rusia (Alemania), Ucrania (Checoslovaquia) y la OTAN (los Aliados).
¿Será que Netflix cuela subrepticiamente en nuestro salón la
correcta percepción de la interpretación de los hechos pasados de acuerdo a la
ortodoxia del régimen para que reparemos en las flagrantes semejanzas
históricas de hechos pasados con los que nos ocupan estos días? Sin duda sin
ser nada premeditado y dejando magufadas aparte, pues no creo que ni aun
queriendo pudiera haberse dado esta casual coincidencia de fechas y hechos,
podríamos llegar a establecer conexiones sobre que si se hacen concesiones
ahora a Rusia ese no será el fin, y acabaremos en otra guerra mundial.
Pero bueno, como no estamos aquí para hablar de geopolítica ni equilibrios de poder, centrándonos en la película de Christian Schwochow encontramos la dramatizada versión de los hechos de la Conferencia de Múnich que supuso el vergonzoso abandono de Checoslovaquia por parte de los Aliados a su suerte en el hecho más relevante del apaciguamiento a Hitler en 1938 como preludio a lo que sería el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Cabe destacar que si la cinta presume de una factura técnica
impecable, y hace una clara exposición de los hechos históricos y sus posibles
consecuencias, ya fuera ante la cesión o la oposición a la anexión por parte de
Alemania de los Sudetes, la trama subyacente de espionaje con contactos entre
viejos amigos en bandos enfrentados se hace un tanto innecesaria y poco
creíble, lo que añade una pátina de redundancia a la exposición de hechos históricos
que no añade un gran interés.
El argumento, obviando la innecesaria trama de espías, es el que es y da para lo que da. La cinta intenta construir una especie de epopeya de ominosa atmósfera sobre el desarrollo de un hecho prebélico de relativa importancia, en un intento un tanto descarado de lavar la memoria del tibio primer ministro Neville Chamberlain, que con todos sus defectos continuaba siendo mejor que cualquier Boris Johnson de turno.
Dado el actual clima prebélico en el este, parece incluso
una especie de aviso para navegantes en el tono de “¡os lo dije!” si comparamos
lo que pasaba en la Europa de los tardíos años treinta con lo que está pasando
ahora en los confines de Rusia (ocasión no echada a perder de dar a entender
que Putin no es tan diferente de Hitler, aprovechando un interés bastante partidista
leyendo entre líneas, que quien no recuerda la historia está condenado a
repetirla y blablablá).
En cuanto a interpretaciones, seguramente quien más brilla
dada su experiencia sea el Neville Chamberlain de Jeremy Irons, presentando
como contraparte las posiblemente más feas versiones de los gerifaltes nazis,
mención especial al Hitler esmirriado de Ulrich Matthes por mucho hipnóticos ojos
azul eléctrico que presente. Tampoco acabo de entender que pinta Liv Lisa Fries
en todo este embrollo (la encantadora Lotte de Babylon Berlin), aunque su
presencia siempre sea bienvenida.
En conclusión, un buen ejercicio de cine histórico para los amantes del género de La Retrovisión, con una factura técnica impecable pero que resulta agotador en su intento de dar una vuelta de tuerca a unos hechos de dudosa relevancia dentro de la política de apaciguamiento a Hitler con esa trama totalmente innecesaria de jugar a los espías entre diplomáticos y dar un masaje a la memoria del buen Neville. Tolerable, aunque no memorable.
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